Los peronistas en el gobierno, Perón al poder.                                    

Cámpora ganó las elecciones y asumió la presidencia el 25 de mayo de 1973. Perón regresó definitivamente el 20 de junio de ese año. El día de su regreso se produjo un violento enfrentamiento entre la “derecha” y la “izquierda” del peronismo que dejó como saldo varios muertos. La primera estaba integrada por los sindicatos y algunos grupos armados. La izquierda estaba formada por los grupos de la Tendencia, entre ellos, los Montoneros. La masacre de Ezeiza, como se llamó el suceso por haber tenido lugar en los alrededores del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, anunciaba que el retorno de Perón no iba a hacer más sencilla la situación política.

 

A los pocos días del retorno del viejo líder peronista, Cámpora renunció. Entonces asumió la presidencia Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados, y llamó nuevamente a elecciones. Esta vez Perón si podía participar. Para no verse obligado a elegir vicepresidente entre las dos alas del movimiento, designó candidata a su esposa, María Estela Martínez. La fórmula Perón-Perón ganó las elecciones con el 62% de los votos.

Titular de los sucesos ocurridos en Ezeiza cuando llegó Perón.

SOCIEDAD DE CONSUMO Y CULTURA DE MASAS EN LA ARGENTINA

 


Entre fines de los cincuenta y comienzos de los setenta, la sociedad argentina sufrió profundas transformaciones. La Argentina participó del proceso de crecimiento económico y cambio social que se dio en todo el mundo capitalista. Además, la política desarrollista fomentó en nuestro país la instalación de fábricas modernas.  

 Los electrodomésticos cambiaron los hábitos de amplios sectores sociales.

 La posibilidad de acceder a un automóvil “democratizó” un poco más el mundo del turismo, además de generar un gran mercado de repuestos, talleres mecánicos, estaciones de servicios, etc.

 

La televisión también hizo su entrada en los hogares argentino. En esta foto vemos a los miembros del “Club del Clan”, un programa de música orientado a los jóvenes.

Durante este período aparecieron nuevas formas artísticas. Hubo un arte “popular”, que tuvo como expresión tanto el auge del folclore como la difusión del rock and roll. Surgieron también un arte de vanguardia que ofrecía nuevas formas de expresión y un arte “comprometido” con las causas políticas.

FOTO 1 - Portada del long play de Almendra.       

FOTO 2 - El grupo Los Gatos. Los Gatos, Manal, Almendra, Vox Dei fueron los primeros grupos de rock nacional.

FOTO 3 - Mercedes Sosa comenzó su carrera en el Festival de  Folclore de Cosquín (Córdoba) a comienzos de los              años sesenta. Este festival se volvió el centro de una fuerte cultura folclórica.

FOTO 4 - El Instituto Di Tella fue el escenario de prácticas artísticas innovadoras. SuS propuestas apuntaban a desconectar al público que visitaba las muestras, a crear un efecto sorpresa. Allí expusieron artistas como Antonio Berni, Marta Minujín (de la foto), entre otros.                                                                                                                     

EL CORDOBAZO VISTO POR UNO DE SUS PROTAGONISTAS

El siguiente fragmento es una descripción del Cordobazo hecha por un estudiante, llamado Omar, que participó en el acontecimiento. El historiador que lo entrevistó incorporó su testimonio en un texto que escribió sobre el tema.

“Veíamos venir los caballos, así que ¡a correr todo el mundo para arriba! Pero en el grupo había un muchacho, no sé si era de Luz y Fuerza (*), entonces cuando toda la manifestación corre, este hombre se queda y enfrenta a la policía montada con un palo. Entonces eso hace que la gente se vuelva, que los incentive y por supuesto, con los elementos que tenían en la mano, a los pedradones a la policía. Este acto heroico de ese tipo fue el motor. Fue la primera vez que vi caballos de la policía de espaldas, disparar por la Maipú para abajo; siempre los había visto de frente. El haber visto la retirada por primera vez dio fuerza y entonces la gente se reagrupa y seguimos […]. Vienen dos o tres patrulleros, se bajan con una confianza bárbara- se ve que no sabían como venía la mano-, pero ya estaba la guerra desatada, había que defender lugares y entonces ahí vi no a caballos sino a policías corriendo buscar los patrulleros. Lo agarraron a uno y le rompieron la camisa y el casco lo traían como una bandera como símbolo. Se tomó la esquina y se la cerramos”

 

(*) Se refiere al Sindicato de Trabajadores de Luz y Fuerza, la empresa provincial de energía eléctrica. Este sindicato fue uno de los organizadores del acto del 29 de mayo de 1969.

Imágenes del Cordobazo.

Resistencia social y apertura democrática.

Las políticas que favorecieron la concentración de la riqueza producida por la industria y el autoritarismo del Gobierno de Onganía agudizaron los conflictos sociales. Ante el cierre de todos los canales de expresión y participación política, amplios sectores sociales se sintieron atraídos por el peronismo proscripto, al que identificaban como el principal movimiento de oposición al régimen militar. Desde mediados de la década de 1960, fue creciendo el número de militantes que participaban en acciones de resistencia de manera cada vez más coordinada y organizada. Como resultado de estas luchas, muchos militantes se fueron integrando en distintas agrupaciones que se identificaban con el nombre de Juventud Peronista.

Además de la radicalización política de los sectores juveniles, que se registró en los barrios de las grandes ciudades y entre los estudiantes en las escuelas y en las universidades, también se fueron alzando voces y acciones cada vez más críticas dentro del sindicalismo y de la Iglesia católica. En el movimiento obrero, los dirigentes y activistas sindicales más combativos se agruparon en la CGT de los Argentinos. La conducción de esta central obrera se diferenció de los dirigentes que habían optado por una línea más negociadora y moderada frente a los empresarios y el Gobierno. En el seno de la Iglesia católica, cobró fuerza una corriente de sacerdotes que declararon su opción por los pobres y formaron el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Los sacerdotes tercermundistas se opusieron a las políticas del Gobierno en favor de los grandes empresarios y también a la jerarquía eclesiástica, a la que acusaban de complicidad con el régimen militar.

Por esos años, en la sociedad argentina y en toda América Latina tenían una gran difusión algunos procesos revolucionarios internacionales, como las revoluciones socialistas en Cuba y China, la guerra que el pueblo de Vietnam sostenía contra los Estados Unidos y la lucha de Ernesto Che Guevara en Bolivia. En este contexto y ante la imposibilidad de reclamar a través de canales institucionales, algunos grupos de la sociedad argentina comenzaron a considerar los métodos revolucionarios y la lucha armada como una alternativa válida frente al régimen democrático, que había perdido legitimidad.

En el marco de este debate de ideas, algunas agrupaciones políticas que integraban la llamada nueva izquierda eligieron la lucha armada y se convirtieron en organizaciones guerrilleras. Entre las más activas, estaban Montoneros, de tendencia peronista, y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), de tendencia marxista-trotskista, surgido de un partido de izquierda. Montoneros-que aglutinó a numerosos jóvenes que pensaban que el peronismo era un movimiento que debía luchar por una sociedad socialista-se propuso organizar un Frente de Liberación Nacional para enfrentar al imperialismo y a sus aliados locales.

 

En este contexto de creciente resistencia social, en mayo de 1969, estalló en Córdoba una insurrección popular que puso de manifiesto el fracaso del proyecto del Gobierno militar de despolitizar la sociedad y garantizar el orden que pretendían los grandes grupos económicos.

Luego del llamado Cordobazo, Onganía fue desplazado por un sector de las Fuerzas Armadas y, en su reemplazo, fue designado presidente el general Roberto M. Levingston, quien apenas logró mantenerse al frente del Gobierno durante diez meses. La agudización de los conflictos sociales en el interior del país y las luchas de las organizaciones peronistas, que reclamaban el fin de la proscripción de su movimiento y el regreso de Perón al país, provocaron un nuevo recambio en el Gobierno militar. En marzo de 1971, asumió la presidencia el general Alejandro A. Lanusse.

El último presidente de la revolución argentina comprendió que el único camino que le quedaba al régimen militar para descomprimir el clima de agitación social era buscar una salida electoral y lograr una retirada ordenada de los militares del Gobierno. En 1972, Lanusse convocó a elecciones nacionales en las que, por primera vez en dieciocho años, el peronismo no fue proscripto. De todos modos, con la intención de limitar el caudal de votos peronistas, Lanusse impuso una cláusula electoral que impedían a Perón presentarse como candidato. Los comicios se celebraron el 11 de marzo de 1973. El Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), una alianza controlada por el peronismo y que llevó como candidato a la presidencia al Dr. Héctor J. Cámpora, el delegado personal de Perón en la Argentina, triunfó con casi el 50% de los votos. 

Durante el Cordobazo, las columnas de obreros avanzaron desde las plantas fabriles hasta el centro de la ciudad de Córdoba.

EL RETORNO DEL PERONISMO (1973 – 1976)

De Cámpora a Perón

El triunfo electoral del FREJULI generó en amplios sectores de la sociedad la expectativa de que la Argentina iniciaba una etapa de liberación y de retorno de la justicia social, proclamada tradicionalmente por el peronismo. Los sectores más combativos del peronismo, a los que se identificada como la Tendencia Revolucionaria, confiaban en que el nuevo Gobierno pondría en marcha un conjunto de cambios orientados hacia la construcción de la patria socialista.

Sin embargo, siguiendo las directivas de Perón, el nuevo Gobierno designó como funcionarios a dirigentes de los dos sectores que integraban el peronismo: el ala de izquierda, que incluía a los grupos revolucionarios que simpatizaban con Montoneros y la Juventud Peronista, y el ala de derecha, formada por los sectores más moderados y conservadores, cuyos máximos exponentes fueron el ministro de Bienestar Social José López Rega y algunos lideres sindicales.

La figura clave del nuevo Gobierno fue el ministro de Economía, José Ber Gelbard, un empresario que lideraba la CGE. Gelbard diseñó un plan económico cuyo principal objetivo fue la expansión de la industria nacional y una redistribución equitativa de la riqueza. Para poder llevar adelante esta política económica, el Gobierno propuso un acuerdo entre empresarios y sindicalistas que se denominó Pacto Social. Siguiendo los lineamientos de Perón, el Gobierno se propuso reorientar el tipo de industrialización que se venía desarrollando desde la presidencia de Frondizi. El Plan Gelbard alentó el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas orientadas hacia el mercado interno, limitó la libertad de los mercados – estableciendo precios máximos para los artículos de primera necesidad- y propuso una nueva ley de inversiones extranjeras con el objetivo de revertir la fuerte influencia que tenía el capital extranjero en el mercado local.

En junio de 1973, Perón regresó al país y, a partir de entonces, los sectores de la derecha del movimiento iniciaron una ofensiva para desalojar del Gobierno a los funcionarios que simpatizaban con los grupos revolucionarios. Los conflictos internos del peronismo provocaron, finalmente, la renuncia de Cámpora y la convocatoria a elecciones. Perón se presentó como candidato del Frente Justicialista de Liberación; y su esposa, María Estela Martínez, fue la candidata a vicepresidenta. El 23 de septiembre de 1973, Perón obtuvo el 62% de los votos; y Ricardo Balbín, candidato de la UCR, el 21%.

Desde la presidencia, Perón intentó consolidar el pacto social entre la CGT y la CGE, y retomar plenamente el liderazgo político del movimiento peronista, cada vez más sumido en luchas internas entre sus alas de izquierda y de derecha.

 

La muerte de Perón, ocurrida el 1° de julio de 1974, a los pocos meses de haber asumido la presidencia, provocó un fuerte vacío político y abrió el camino para que los sectores más conservadores del peronismo tomaran el control del Gobierno.

Imagen captada por la fotógrafa argentina contemporánea Sara Facio durante los funerales de Perón.

§  MÁS INFORMACIÓN: El 20 de junio de 1973, Perón regresó definitivamente al país, dispuesto a consolidar el ordenamiento institucional y el programa económico puesto en marcha por el ministro Gelbard. Su llegada estuvo precedida por una gigantesca movilización popular que se dirigió al aeropuerto de Ezeiza. Se trató de la mayor movilización de masas de la historia argentina; y el número de asistentes- algunos lo calcularon en más de un millón- reveló la expectativa que gran parte de la sociedad había depositado en la figura de Perón.

 

La presencia, en los alrededores de Ezeiza, de miles de personas movilizadas por las agrupaciones de la izquierda peronista, en un acto cuya organización estuvo a cargo de los sectores vinculados con la derecha del movimiento, concluyó con un elevado número de muertos y heridos. A partir de entonces, fue evidente que los conflictos en el interior del movimiento peronista no se resolverían a través de la negociación y que los sectores más conservadores no estaban dispuestos a compartir espacios de poder con los más radicalizados.

La crisis del Gobierno peronista.

Luego de la muerte de Perón, la vicepresidenta María Estela Martínez de Perón asumió la presidente. Desde entonces, se acentuó el proceso de derechización del Gobierno; y se agravó la crisis política.

Con el objetivo de eliminar la oposición social y política, el Estado organizó una política de represión ilegal, que fue llevada a la práctica, entre otros, por el grupo parapolicial conocido como la Triple A- Alianza Anticomunista Argentina (AAA)-.

Las acciones de la Triple A agravaron el clima de persecución y violencia. Fueron frecuentes las amenazas a figuras del campo de la cultura que habían declarado su adhesión a ideas de izquierda; por ejemplo, a través de la difusión de listas negras de futuras víctimas; además, se multiplicaron los asesinatos d dirigentes políticos y gremiales del peronismo revolucionario y del sindicalismo clasista y combativo. Al mismo tiempo, el Gobierno expulsó a los pocos funcionarios vinculados con la Tendencia Revolucionaria que todavía quedaban en la administración nacional y en algunas provincias.

El ministro Gelbard, presionado por los sectores de derecha y por los empresarios mas poderosos que no apoyaron su plan, fue forzado a renunciar. A partir de entonces, los pequeños y medianos empresarios de la CGT perdieron posiciones; y se fortaleció el sector de los capitalistas asociados al capital extranjero. En junio de 1975, el gobierno, controlado por López Rega, designó a Celestino Rodrigo como ministro de Economía, quien aplicó un plan de orientación liberal, como reclamaban los grandes grupos económicos. En contra de lo que había sido la tradicional política peronista, las nuevas medidas económicas -a las que, popularmente, se llamó el rodrigazo- provocaron una fuerte transferencia de ingresos en favor de los exportadores agropecuarios y significaron un violento recorte del poder adquisitivo de los salarios.

La CGT, que hasta entonces había apoyado al Gobierno, declaró una huelga general por 48 horas y una movilización hacia la Plaza de Mayo. La fuerte adhesión de la sociedad a estas acciones provocó las renuncias de López Rega y de Rodrigo.

La ofensiva sindical agudizó aún más la crisis política. El Gobierno, cada vez más aislado, decidió profundizar la política económica liberal y la acción represiva, medidas que reclamaban los grandes empresarios y los militares, preocupados por la falta de orden. Sin embargo, la incapacidad del Gobierno para dar respuesta a los problemas sociales, la multiplicación de los reclamos obreros y el retorno a la lucha armada por parte de las organizaciones guerrilleras crearon condiciones para que numerosos sectores de la sociedad argentina alentaran un nuevo golpe militar.

 

El reclamo de orden se extendió entre vastos sectores de las clases medias urbanas; y la gran mayoría de sus integrantes, implícitamente, apoyó la intervención militar. Por otra parte, ni los dirigentes sindicales ni los partidos políticos lograron articular un frente unido. Además, los medios de comunicación tuvieron gran influencia en la preparación de un clima favorable entre la opinión pública para el golpe militar. Finalmente, el 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas quebraron, otra vez, el orden constitucional e impusieron una nueva dictadura militar. 

Hacia fines de 1975, el Gobierno constitucional dictó un decreto que ordenaba a las Fuerzas Armadas “ejecutar las operaciones militares necesarias para aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país”. En el marco del llamado Operativo Independencia, en el monte tucumano, tuvieron lugar cruentos combates entre guerrilleros del ERP y tropas del Ejército al mano del general Antonio D. Bussi.