ARGENTINA ENTRE 1966Y 1983

Gobiernos autoritarios y democracias custodiadas

 

DE FRONDIZI A ILLIA: intervención militar y elecciones

Además de la presión militar sobre la política económica, Frondizi debió afrontar la oposición de las Fuerzas Armadas a varias de sus decisiones políticas. Esta oposición tomó la forma de “planteos” realizados por los comandantes militares con la intención de modificar las decisiones del presidente. Además, por diversos motivos, Frondizi fue perdiendo el apoyo de distintos sectores sociales:

·       Su política petrolera, que impulsó el ingreso del capital extranjero en el sector, lo enfrentó a quienes apoyaban el nacionalismo económico.

·       La política de represión de algunas huelgas, en 1959, lo alejó del movimiento obrero peronista, que originalmente lo había apoyado.

·       Su consentimiento a la apertura de universidades privadas (hasta ese momento, la educación universitaria estaba en manos del Estado) generó oposición entre grupos de intelectuales

·       Sus contactos diplomáticos con el régimen revolucionario cubano preocuparon a los militares, que tenían una fuerte orientación anticomunista.

Finalmente, sus decisiones de permitirle a un frente peronista participar en las elecciones para diputados y gobernadores provinciales y los triunfos de sus candidatos en casi todas provincias (salvo Córdoba, Mendoza y la Capital Federal) llevaron a las Fuerzas Armadas a derrocarlo en 1962.

Tras el golpe, José María Guido, presidente provisional del Senado, se hizo cargo del Poder Ejecutivo. Los militares no ocuparon la presidencia porque el Ejército estaba dividido en dos grupos: por un lado, los militares azules alentaban una progresiva integración de algunos sectores del peronismo en el sistema político porque consideraban ser sus aliados en el futuro en la lucha contra el comunismo. Por otro, los colorados pretendían seguir la línea de proscripción más dura. En el enfrentamiento salieron favorecidos los primeros, cuyo líder, Juan Carlos Onganía, fue nombrado comandante en jefe del Ejército.

Guido, de acuerdo a las leyes vigentes, llamó a las elecciones, que dieron el triunfo, en 1963, a Arturo Humberto Illia, candidato de la UCRP, con sólo el 25% de los votos a favor. Como el peronismo continuaba proscripto, el voto “en blanco” representó el rechazo de los electores peronistas a las elecciones, y fue la segunda opción votada.

Los sindicatos

A comienzos de los sesenta, Augusto T. Vandor, secretario general de la CGT, buscó generar canales de diálogo entre el gobierno, las Fuerzas Armadas y los sindicatos peronistas, que se consideraban la “columna vertebral” del movimiento.

 

La estrategia vandorista, similar a la de los militares azules, fue la de crear un “peronismo sin Perón”, gesto que enfrentó a Vandor con el ex presidente en el exilio por el liderazgo del movimiento.

Augusto T. Vandor.

El presidente Illia.

Una sociedad cada vez mas dividida

Entretanto, la sociedad continuaba fragmentándose. Muchos peronistas seguían esperando los mensajes de Perón (especialmente en épocas electorales). Otros, en cambio, apoyaban las tácticas de Vandor, quien buscó presionar a los sucesivos gobiernos mediante la organización de huelgas y otras medidas de fuerza.

Los antiperonistas, por su parte, comenzaron a dividirse, oscilando entre el apoyo a los presidentes civiles, elegidos en comicios que cada vez resultaban menos legítimos (por la alta proporción de votos en blancos),y el apoyo a sucesivas soluciones propuestas o impuestas por los militares.

 

ü  Neoperonista. Perteneciente a alguna de los nuevos partidos provinciales formados por peronistas proscriptos, como la Unión Popular, en la que participó Héctor j. Cámpora, en la provincia de Buenos Aires.

ü  Tecnócrata. Técnico o experto que desempeña un cargo político.

 

LA REVOLUCIÓN ARGENTINA Y LA PROFUNDIZACIÓN DE LA VIOLENCIA POLÍTICO.

Poco después de haber subido al poder, Illia debió enfrentar la oposición de los sindicatos peronistas. En 1964, la CGT lanzó un amplio “plan de Lucha” para presionar al gobierno – por ejemplo, la ocupación de cientos de fábricas- y obtener algunas mejores laborales. En 1965 hubo elecciones legislativas y provinciales, en las que los candidatos neoperonistas demostraron su fuerza electoral. Al mismo tiempo, la recesión económica que había comenzado en 1965 apuró el reemplazo del presidente civil por una dictadura militar que se proponía quedarse en el poder por varias décadas.

La “Revolución Argentina” fue el primer golpe “preparado” ampliamente por la prensa. En los meses previos al golpe (28 de junio de 1966), algunas revistas de actualidad política emprendieron una fuerte campaña de desprestigio del gobierno de Illia. Atacaron, sobre todo, su “lentitud” y su “ineficiencia”. El objetivo era que la sociedad no se opusiera al nuevo golpe y que, incluso, lo apoyara.

Un nuevo golpe llamado “Revolución Argentina”

Así, en junio de 1966 se produjo un nuevo golpe de Estado. La autodenominada “Revolución Argentina”, encabezada por el general Juan Carlos Onganía -antiguo jefe del grupo “azul”- , se proponía iniciar un proceso de transformación de la sociedad argentina. El plan se desarrollaría en tres fases.

·       El tiempo económico: se debía lograr la industrialización del país para reducir la dependencia de insumos y productos importados. Para acelerar el desarrollo, se favorecería el ingreso de capitales extranjeros.

·       El tiempo social: se trataría de realizar una alianza entre el gobierno y los sindicatos para eliminar la influencia que Perón aún tenía sobre éstos.

·       El tiempo político: una vez alcanzados los dos puntos anteriores, se reabriría el juego democrático.

Los militares pensaban poner el plan en práctica mediante la imposición autoritaria de nuevas medidas económicas y sociales diseñadas por un grupo de tecnócratas.

Pero la aplicación de las medidas no fue tan sencilla. Las políticas económicas favorecieron al sector empresarial y afectaron las conquistas que el movimiento obrero había logrado desde el peronismo. A su vez, la política de acercamiento al gobierno practicada por Vandor le restó el apoyo de la base trabajadora. Por el contrario, los obreros prestaron su apoyo a líderes sindicales más jóvenes y menos comprometidos con la cúpula de la CGT.

 

El gobierno intervino las universidades nacionales -a las que consideraba un foco de desorden y de infiltración de las ideas comunistas- y reprimió violentamente a docentes y alumnos que protestaron contra la violación de la autonomía universitaria. La intervención de las universidades indicó que no sólo la clase obrera, sino también la clase media -al menos algunos grupos de intelectuales y políticos-, era objeto de la represión gubernamental. Muchos profesores e investigadores no toleraron la pérdida de libertad de enseñanza y de expresión y decidieron emigrar. 

Caricaturas que aludían a la “lentitud” de acción del presidente Illia y al deterioro de su gobierno.

EL CORDOBAZO

La clausura del Congreso, la intervención en las universidades, la censura a la prensa, la política económica fueron algunos de los factores que a partir de 1969 provocaron una ola de reacciones cuya primera manifestación fue el Cordobazo. Éste fue el nombre dado a la serie de protestas que protagonizaron los trabajadores y los estudiantes de Córdoba entre el 29 y el 31 de mayo de 1969. Sus protestas fueron duramente reprimidas por la policía cordobesa y el Ejército.

 


Todo se inició con una huelga y una manifestación organizada por un conjunto de sindicatos no controlados por la cúpula sindical vandorista. Los trabajadores recibieron el apoyo de los estudiantes universitarios que criticaban el creciente autoritarismo del gobierno militar.

Manifestaciones de obreros y estudiantes, y la represión durante el Cordobazo.

¿Por qué en Córdoba?

A fines de los sesenta, la industria automotriz cordobesa estaba entrando en una fase de crisis. Las primeras planas se habían instalado en la provincia en la época de la política desarrollista. La nueva política económica introducida por el ministro de Economía del gobierno de Onganía, Adalbert Krieger Vasena, favorecía el establecimiento de plantas en el área metropolitana de Buenos Aires. El plan también apuntaba a aumentar los beneficios de los empresarios, y para ello contaba con introducir ajustes en la organización del trabajo industrial y en la política salarial (por ejemplo, los trabajadores iban a tener más dificultades para conseguir aumentos de sueldo).

Todo eso, sumado a la redoblada represión política hacia los sindicatos, hizo que los líderes obreros cordobeses, descontentos con la conducción vandorista de la CGT, auspiciaran un amplio movimiento de protesta.

 

Córdoba era también un centro universitario prestigioso, al que iban a estudiar jóvenes de otras provincias. También, muchos de estos estudiantes trabajaban en las empresas automotrices, o en comercios y empresas que dependían de la actividad de las grandes industrias.

Agustín Tosco, dirigente de la CGT cordobesa.

Otros “azos”

 

El movimiento iniciado en Córdoba se extendió a otras áreas del país y entre 1969 y 1971 se produjeron estallidos en otras grandes ciudades industriales del interior, como Rosario, Tucumán y Mendoza.

EL SEGUIMIENTO DE LAS ORGANIZACIONES ARMADAS.

Con los estallidos de violencia de 1969 continuó el clima de agitación social y político. En este contexto se formaron organizaciones armadas, algunas cercanas al peronismo y otras, a algunos partidos de la izquierda marxista, que comenzaron a predicar (y practicar) la lucha armada como táctica política. La mayoría de los miembros de estas organizaciones eran jóvenes que habían hecho su entrada en la vida política durante los años de proscripción y control militar sobre los gobiernos civiles inaugurados después del golpe de 1955.

La fuerte represión estatal, el cierre de los canales políticos tradicionales (partidos, sindicatos, etc.) y la reducción de los beneficios de los trabajadores llevaron a estos grupos a la adopción de formas de expresión política cada vez más violenta.

Dentro de los sectores peronistas se formó un nuevo grupo que comenzaría a exigir, mediante el uso de la violencia, el retorno de Perón -que por entonces vivía en España-: un sector de la Juventud Peronista formó la Organización Montoneros, y su primera acción pública fue el secuestro y asesinato del general Aramburu.

Por fuera del movimiento peronista aparecieron también otras organizaciones armadas. La más fuerte fue el llamado Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Éste fue fundado por un grupo de estudiantes, al cual pronto se le unieron varios líderes sindicales, todos de tendencia revolucionaria de izquierda. Las primeras acciones se relacionaron con secuestros de empresarios, como apoyo a los reclamos de los obreros que éstos empleaban.

 

La creciente inestabilidad política provocó cambios en el elenco gobernante de la dictadura militar. En junio de 1970 asumió Marcelo Levingston, a quien sucedió el general Agustín Lanusse en marzo de 1971. Lanusse comenzó a buscar formas de reintegrar a Perón en la política nacional con la intención de deshacer las profundas divisiones que marcaban a la sociedad argentina a comienzos de la década de 1970 y poner fin a la violencia política.

Portada de la revista Primera Plana sobre el secuestro de Aramburu

EL GRAN ACUERDO NACIONAL A LA FÓRMULA PERÓN-PERÓN

Con la intención de controlar la transición a la democracia constitucional, Lanusse se propuso firmar con los partidos políticos un Gran Acuerdo Nacional (GAN) compuesto por tres puntos:

§  El repudio a lo que denomina “subversión” (los grupos armados).

§  El reconocimiento de un lugar prominente a las Fuerzas Armadas.

§  El acuerdo para desinar una fórmula presidencial.

Los dos primeros puntos se relacionaban con la intención del sector militar de imponer la Doctrina de la Seguridad Nacional, política que los Estados Unidos trataron de introducir en América latina durante los años sesenta y setenta y que consistía en la identificación y eliminación de “enemigos internos” aliados del comunismo. En la Argentina, esta política se tradujo en la intención, por parte de los militares, de suprimir los grupos armados y de limitar la acción de los partidos políticos.

A fines de 1970 los partidos políticos más importantes llegaron a un acuerdo (La Hora del Pueblo) mediante el que se comprometían a bregar por el retorno de un gobierno democrático, sin vetar a ningún partido político. Entre 1971 y 1972, Perón apoyó a los distintos sectores que alentaban su retorno. Éstos iban desde la dirigencia de la CGT hasta los diversos grupos (armados y no armados) que conformaban la llamada Tendencia Revolucionaria Peronista.

El repudio a la “masacre de Trelew”, como se conoció al asesinato de dieciséis presos políticos en esa localidad de Chubut el 22 de agosto de 1972, y la presión de los peronistas y de otros partidos políticos obligaron al gobierno militar a ceder y permitir el retorno de Perón.

 

De regreso en el país en noviembre de 1972 después de diecisiete años de exilio, Perón se decidió a establecer las alianzas necesarias para las futuras elecciones y volvió a España. Al no poder ser candidato él mismo (por su ausencia del país), Perón designó a Héctor J. Cámpora como candidato del Frente Justicialista de Liberación, o FREJULI.

Perón y Balbín se reúnen para concertar un acuerdo político.