“RETORNO DEMOCRÁTICO EN ARGENTINA EN EL MARCO DE LA GLOBALIZACIÓN Y EL NEOLIBERALISMO”

 

LOS 90 Y EL FIN DE LA GUERRA FRÍA

El fin de la Guerra Fría a partir del derrumbe de la Unión Soviética modificó el escenario latinoamericano. Hubo un gradual cambio político: el comunismo decreció y Cuba perdió la ayuda que desde la revolución le brindaba la Unión Soviética. Estados Unidos afianzó su preeminencia continental; detener el avance del comunismo dejó de ser su objetivo primordial y pasó a centrarse en extender acuerdos comerciales. En 1994, por ejemplo, se puso en vigencia el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, que suprimió los aranceles y las barreras comerciales entre estos países durante un período de 15 años. En 2003 se firmó un acuerdo similar con Chile y otro con Centroamérica en 2004.

También se elaboraron estrategias de integración regional, entre las que se destaca el Mercado Común del Sur (Mercosur). El Tratado de Asunción de 1991 establece lazos económicos entre la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay a través de la implementación de una unión aduanera y de objetivos de integración orientados a lograr mejores posicione en la economía internacional para sus miembros. Como propósitos políticos, se destacan la consolidación de la democracia y la defensa de la paz en América del Sur.

Sin embargo, en América latina subsisten las dificultades. En algunos países se produjo un notable aumento de la desocupación registrada ya en los inicios de la década (por ejemplo, aumentó más del 30% en Venezuela y Paraguay, el 50% en el Ecuador, el 70% en Panamá y se triplicó en la Argentina y Guatemala).

En la actualidad, las democracias predominan en el espectro político de Latinoamérica, aunque algunas de ellas pueden considerarse limitadas por el poder que todavía conservan sectores como las Fuerzas Armadas y por la fragilidad de algunas instituciones republicanas como la justicia y las legislaturas. Una tendencia general en el continente es la reducción del tamaño de los Estados o sus funciones, a través de las privatizaciones de empresas que anteriormente estaban a su cargo, como las de servicios públicos.

 

Numerosos interrogantes se abren respecto del futuro en Latinoamérica. Es crucial reflexionar, por ejemplo, sobre la posibilidad de superar las condiciones desfavorables (desempleo, aumento de la pobreza, marginalidad), consolidar las democracias y lograr una sociedad más justa.

Una calle colombiana en la conmemoración de una fiesta nacional. La calle, pintura de Fernando Botero, 1987.

El endeudamiento externo

Uno de los problemas notorios de las economías latinoamericanas fue el gran endeudamiento externo. En su mayoría, los gobiernos militares impusieron programas de corte liberal, con medidas como la apertura de las importaciones y la contratación de préstamos externos. En los 80, Latinoamérica se sumergió en una crisis, pues los programas económicos fracasaron y no pudo hacerse frente a sus obligaciones de pago externas.

A mediados de la década, desde Estado de Unidos se impulsaron planes de renegociación de las deudas. A cambio del otorgamiento de nuevos préstamos, estos programas imponían determinadas exigencias a los países endeudados, entre otras, el recorte de los presupuestos de servicios de salud, educación y vivienda. Un ejemplo fue el plan impulsado por el secretario del tesoro de Estados Unidos en 1989, Nicolás F. Brady, que logró acuerdos con México, Costa Rica, Venezuela, Uruguay, la Argentina y Brasil. Hacia fines de la década de 1980, las situaciones económicas parecían mejorar, con la disminución de la inflación y el crecimiento promedio de América latina.

 

Sin embargo, los expertos observan que en la mayor parte de América latina ha crecido la desigualdad social en las últimas dos décadas y que la provisión y la calidad de los servicios sociales (como la educación, la salud y la vivienda) han decaído notablemente.

Martínez de Hoz, ministro de Economía argentino, entre 1976 y 1981, pertenecía a los sectores sociales encumbrados del país y contaba con vinculaciones en los centros financieros internacionales. Había sido ministro de Economía de la provincia de Salta entre 1956 y 1957.

La recuperación de las democracias

 

Desde 1979, los militares se retiraron del poder en casi todos los países de Latinoamérica. La democracia regresó a Perú, en 1980; en Honduras, en 1981; en Bolivia, en 1982; en la Argentina, en 1983; en Uruguay y Brasil, en 1985; en Chile y Paraguay, en 1989. Aunque las  causas de la recuperación democrática son variadas y dependen de las experiencias nacionales, es posible observar algunas coincidencias: la crisis económica socavó el sustento de estos regímenes, que pretendían legitimarse por sus logros económicos; los movimientos cívicos tomaron vigor a través de su reclamo por el restablecimiento del sistema democrático; las corrientes políticas opositoras confluyeron en alianzas para oponerse al poder de las Fuerzas Armadas y, finalmente, hubo un cambio en la política exterior de Estados Unidos, que dejó de favorecer  a los gobiernos antidemocráticos.

La revista HUMOR, que se publicó desde 1978 hasta mediados de la década de 1980 en nuestro país, se convirtió en un emblema de resistencia ante la dictadura. En sus tapas se solía caricaturizar a figuras del gobierno militar.

La hora de la globalización

Con el fin de la Guerra Fría, el capitalismo se consolidó como sistema económico, político e ideológico dominante. Las relaciones económicas internacionales se intensificaron, favorecidas por el desarrollo de las comunicaciones, la informática y los transportes. El término globalización, que no tiene una definición única, comenzó a utilizarse para caracterizar esta época. En principio, el concepto globalización sugiere la existencia de un mundo sin fronteras de producción y consumo, donde predominan grandes empresas que venden sus productos en diversos puntos del planeta. A nivel general, los especialistas subrayan como sus rasgos básicos:

v  La división internacional entre países industriales de creciente peso en la economía mundial (pertenecientes a América del Norte –liderada por Estados Unidos- Europa-liderada por Alemania- y Asia oriental- liderada por Japón-) y países con débil industrialización y de limitada influencia en la economía mundial (pertenecientes a África y América latina).

Los países más ricos constituyen aéreas de poder y dictan las reglas del juego; acuerdan tratados de libre comercio o de integración para lograr la supresión de las barreras aduaneras y jurídicas. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), firmado por Estados Unidos Canadá y México, se orienta hacia la integración entre los países de América del Norte. Los países de la Unión Europea (UE), tal como empezó a llamarse en febrero de 1992 por el Tratado de Maastricht, crearon una economía integrada, un pasaporte común, un parlamento europeo y una moneda única (el euro). Las posibilidades de que un país aislado pueda operar en el campo del  comercio internacional son reducidas.

v  La extensión del neoliberalismo (corriente de pensamiento que revitaliza los principios del liberalismo clásico, dejar el mercado librado al juego de la oferta y la demanda y la oposición a la planificación estatal de la economía. Asimismo, recomienda la rebaja de los gastos estatales en bienestar social, por ejemplo, en salud y educación) como ideología predominante en los sectores dirigentes. La adopción de políticas económicas de carácter neoliberal llevó a muchos países a vivir un proceso de privatización de empresas estatales de servicios (gas, teléfono, ferrocarril, etc.) y del ámbito de la  siderurgia y el petróleo, entre otras, que desplazó a las empresas nacionales.

La globalización no se entiende solamente como un proceso económico, sino que implica también un panorama mucho más amplio de manifestaciones culturales; por ejemplo, la difusión inmediata de la información  y las noticias, la propagación de las costumbres cotidianas, los modos de vestir, las formas de alimentación, los gustos estéticos y musicales provenientes en gran parte de Estadas Unidos, que es la potencia hegemónica.

Algunos autores consideran que el término globalización no designa una realidad nueva sino que es gran parte un eslogan, en tanto sus rasgos ya estaban presentes en la economía mundial desde el siglo XVI, cuando se produjo la expansión europea y el descubrimiento de América. Estas tesis advierten que la diferencia que se puede observar con la integración de la economía de siglos anteriores es sólo cuantitativa, ya que en la actualidad son mucho mayores la producción, el consumo, el comercio y las comunicaciones.

La homogeneización de las pautas de consumo bajo la influencia de las potencias hegemónicas es un rasgo característico de la globalización

Manifestación contra la globalización en Seattle durante la Conferencia de la Organización Mundial del Comercio en 1999. Se llevaron a cabo reuniones de los jefes de Estado del G8 (Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Francia,  Alemania, Italia, Japón y Rusia)

Cambios económicos a partir de 1973

En 1973, como consecuencia de una guerra árabe-israelí en Medio Oriente, se produjo una crisis petrolera de envergadura que interrumpió la provisión del combustible. El valor del petróleo se cuadriplicó y este aumento provocó un alza generalizada de precios debido al importante papel de esta materia prima en la industria manufacturera y el transporte. Consecuentemente, hubo una disminución en el consumo y un aumento de la desocupación. Fue evidente entonces la magnitud del petróleo en el desenvolvimiento económico.

 

El historiador Walter Laqueur señala que la economía internacional atravesó dos periodos de recesión (1973-1974 y1979-1983) después de una era de crecimiento sin precedentes. La década de 1980 se considera un período de recuperación económica comparada con el decenio anterior. En algunos países, como Japón y Gran Bretaña, el crecimiento fue persistente. Hacia fines de la década, economías de menor envergadura como las de España (ingresó en la Comunidad Europea en 1986), Noruega y Finlandia también progresaron notoriamente. Algunos países de Asia se beneficiaron con grandes inversiones privadas procedentes de Estados Unidos, Japón y Europa occidental; se trata de los actualmente denominados “tigres asiáticos”: Taiwán, Corea del Sur y las ciudades-Estado de Hong Kong y Singapur. Los empresarios de las naciones desarrolladas encontraron en esas regiones beneficios económicos, como mano de obra barata. En la actualidad, gran parte de las industrias textil y electrónica procede de ellas. Pero el mundo es cada vez más desigual: una íntima parte de la población mundial es más rica mientras la inmensa mayoría vive en la pobreza.

En la década de 1960 nació en Estados Unidos el movimiento hippie (de hip: voz del lenguaje de los músicos de jazz negro que significa “experimento” y “sabio”), que proclamaba la no violencia, el amor libre y el fin de las injusticias.

El impacto de las nuevas tecnologías.

En las últimas décadas del siglo XX, sobre todo a partir de 1980, se asistió a una transformación económica y social que suele calificarse como Tercera Revolución Industrial. La utilización de nuevas tecnologías, como la informática, la robótica (disciplina que estudia y diseña dispositivos y sistemas que realizan funciones complejas) y la cibernética (disciplina que estudia y diseña máquinas electrónicas que trabajan automáticamente), atravesó el sistema productivo y produjo un cambio estructural. Crecieron aéreas como la microelectrónica, las telecomunicaciones y la biotecnología entre otras. Además, la vida cotidiana de los países desarrollados se vio transformada por elementos como la videograbadora, el horno de microondas, el contestador telefónico, las computadoras personales, la televisión por cable, los teléfonos celulares, etc. En un principio, las innovaciones tecnológicas fueron muy caras y sólo accesibles para gente con alto poder adquisitivo, pero con el transcurso del tiempo bajaron los costos y en consecuencia los precios (porque se inventan nuevos  modelos, etc) y así pudieron ser adquiridos por sectores más amplios de población.

Aunque el proceso tuvo alcance mundial, en los países capitalistas más avanzados fue de mayor intensidad: Estados Unidos, Japón, Alemania Federal, Gran Bretaña, Canadá y Holanda.

 

La desintegración de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría

Desde los inicios de la década de 1980 se percibía en la Unión Soviética el deterioro del régimen comunista. Cuando Mijail Gorbachov subió al poder en 1985, el malestar económico y social se extendía por todo el país. En la dirigencia soviética creció la necesidad de implementar una reforma y así, bajo el impulso de Gorvachov, tomó forma la perestroika, un intento de superar la crisis a través de medidas que implicaban:

·       La liberación de la economía: se pusieron a la vena las propiedades del Estado y las granjas colectivas;

·       El desarme: se redujo el presupuesto del ejército y la policía secreta;

·       La terminación de la hegemonía soviética en Europa oriental y la democratización de la política.

Paralelamente, Gorbachov proclamó la glasnost, es decir, la liberación de la vida cultural soviética y la apertura de un proceso de democratización del Estado y la sociedad, que implicaba la libertad de expresión en los medios de comunicación oral y escrita.

Pero la perestroika no logró cumplir satisfactoriamente su objetivo de reformar el sistema y creció entonces un movimiento político de ruptura con el Partido Comunista, que adoptó la ideología nacionalista como característica principal. Las repúblicas que integraban la Unión Soviética proclamaron sus deseos de independencia y cobró fuerza la resistencia de las nacionalidades, incluidas Rusia, contra el Estado central soviético.

En agosto de 1991, grupos conservadores (miembros prominentes del gobierno, dirigentes del Partido Comunista, el ejército y la policía secreta soviética) organizaron un golpe de Estado contra Gorbachov para intentar volver plenamente al modelo comunista. El golpe fue derrotado, pero marcó el fin de la Unión Soviética y Gorbachov renunció a su cargo de Secretario General del Partido Comunista, cuyo comité central fue disuelto. De este modo desaparecía el sistema comunista que había dominado los destinos de la Unión Soviética por más de siete décadas; en su lugar surgió un sistema plural de repúblicas independientes.

En los Estados de Europa oriental, los regímenes comunistas fueron desalojados del poder. En la mayoría de los países, excepto en Rumania, la antigua dirigencia comunista no ofreció resistencia y se inició la formación de gobiernos democráticos. La Unión Soviética no intervino para sostener los regímenes comunistas orientales; este cambio de actitud tuvo gran relevancia, pues implicó el fin de la división de Europa surgida luego de la Segunda Guerra Mundial.

 

Los sistemas comunistas que subsistieron fuera de Europa (China, Vietnam, Corea del Norte, Laos y Cuba) no suscribieron una política de confrontación mundial entre dos campos antagónicos. La Guerra Fría llegó a su fin.

En noviembre de 1989 se abrió el muro de Berlin en varios puntos y fue posible la comunicación entre ambas Alemanias, que iniciaron el camino hacia la reunificación.