“Guerra Fría y avance de sistemas autoritarios en América Latina”

 

La Guerra Fría y su impacto mundial

 

La situación Internacional a partir de la segunda mitad del siglo XX

 

 

Las conferencias para Lograr la Paz.

 

 

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial no se firmaron pactos al estilo del Tratado de Versalles de 1919. Las estipulaciones para la paz surgieron paulatinamente en varias conferencias realizadas entre los vencedores, durante los momentos previos al fin de la guerra y luego de 1945. Las dos reuniones que alcanzaron mayor importancia se llevaron a cabo en Yalta y en Potsdam, en 1945.

 

Yalta (febrero de 1945)

Potsdam (julio 1945

Cuando ya se preveía el fin de la guerra, se reunieron el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, el primer ministro inglés Winston Churchill y el jefe de gobierno soviético José Stalin  para acordar, entre otras cuestiones, sobre el futuro de Alemania y la situación de Europa oriental; también proyectaron una organización internacional para la paz de las Naciones Unidas. Alemania sería dividida en cuatro zonas de ocupación a cargo de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética. Stalin se comprometió a respetar la formación de nuevos Estados de Europa oriental

Se reunieron nuevamente los dirigentes de las tres grandes potencias. El presidente estadounidense Harry Truman, el primer ministro de Inglaterra Winston Churchill (y más tarde Clemente Attle) y José Stalin, dirigente de la Unión Soviética. Esta vez, las diferencias de pareceres entre las potencias occidentales y la Unión Soviética fueron mayores. Sin embargo, se logrearon algunas coincidencias; por ejemplo, se acordó el castigo a los nazis criminales de guerra y que las potencias cobrarían reparaciones en especie en sus zonas de ocupación. Finalizada la guerra, entre noviembre de 1945 y octubre de 1946, un tribunal internacional reunido en Nuremberg enjuició a los dirigentes del nacionalsocialismo. Estos juicios pusieron en evidencia gran parte de las características más cruentas del proceso de dominación nazi en Europa.

 

La Guerra Fría

 

Al concluir la segunda Guerra Mundial  habían quedado en el mundo dos superpotencias: Estados Unidos, por su grandioso adelanto económico y su monopolio (hasta ese momento) de las armas nucleares, y la Unión Soviética, por su poderosa fuerza militar, acrecentada durante el conflicto bélico. Entre ellas se fue conformando un antagonismo ideológico, político y económico que recibió el nombre de Guerra Fría. La tensión que se evidenciaba entre Estados Unidos y la Unión Soviética expresaba la rivalidad entre el capitalismo y el comunismo. Se llamó Guerra Fría porque nunca fue declarada entre las dos potencias que competían por el poder: sus “batallas” tenían lugar en el ámbito diplomático, en las expresiones artísticas, el periodismo, la competencia por lograr adelantos científicos, etc. Con el correr de los años, los contendientes participaron también en conflictos armados periféricos (es decir, en terceros países), en los que midieron sus fuerzas.

 

Las relaciones internacionales a partir de 1945.

 

Las relaciones internacionales durante la Guerra Fría se caracterizaron por:

 

·         La rivalidad entre las dos grandes potencias que se disputaban la hegemonía mundial. Cada una se interesaba por expandir su área de influencia y sus modalidades políticas y económicas.

 

·         La formación de bloques de países que se alineaban con una u otra potencia.

 

·         El surgimiento de hostilidades y tensiones entre los dos bloques.

 

·         La necesidad de consolidar la hegemonía de cada una de las dos superpotencias, que contribuyó al inicio de un importante rearme militar e ideológico en los respectivos bloques y al desarrollo de una carrera nuclear.

 

Las primeras discrepancias se manifestaron entre el presidente estadounidense Harry Truman y el líder soviético José Stalin, en relación con las áreas de influencia que cada uno pretendía controlar en Europa. En 1947, Truman proclamó que el comunismo debía ser combatido a cualquier costo y comprometía su auxilio económico y militar a los Estados Unidos.

 

La influencia de Estados Unidos

 

Estados unidos se había convertido desde principios del siglo XX en el país de mayor desarrollo económico. Contaba con un considerable potencial militar y la producción industrial más importante del  mundo, ya que Europa había perdido su preeminencia luego de la segunda Guerra mundial.

 

A mediados de la década de 1950, el sistema de alianzas propiciado por Estados Unidos estaba integrado por alrededor de las tres cuartas partes del mundo; el país del Norte impulso la creación de alianzas regionales y pactos bilaterales.

 

Por sus posibilidades económicas y estratégicas, Europa  occidental se transformó  en una aliada fundamental para Estados Unidos en su rivalidad con la Unión Soviética. Estados Unidos apoyó firmemente la recuperación económica del continente europeo  a través del Plan de Reconstrucción Europea o Plan Marshall, por el realizo una inversión de 13.000 millones de dólares destinados a reactivar la economía de ese continente. Para canalizar esta colaboración en 1948, se creó en Paris la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE). En 1952 ya podía estimarse la recuperación económica de Europa occidental, sobre todo en las industrias química, eléctrica y textil de Alemania.

 

En 1957, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Alemania, Francia e Italia firmaron el Tratado de Roma, que disponía la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE), conocida popularmente como Mercado Común Europeo. Este tenía como objetivo concertar  políticas económicas y facilitar la circulación de mercaderías y personas dentro de la nueva zona económica, con la eliminación o la reducción de aranceles aduaneros entre los países miembros. En la década de 1950, el Mercado Común se había convertido en una potencia comercial con el 40% del comercio mundial y el 25% de la producción industrial del mundo,

 

En el aspecto político militar, el acuerdo más importante fue la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949. Aunque surgió como una garantía de defensa, bajo la influencia de Estados Unidos esta organización se convirtió en una fuerza militar preparada para un eventual ataque de otro bloques. En un principio estaba integrada por Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña. Francia, Italia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Portugal, Bélgica, Islandia, Portugal, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.

 

La influencia de la Unión Soviética

 

El Estado Soviético también se había transformado en una potencia de primer nivel. Luego de la Segunda Guerra Mundial, bajo la dirección política de José Stalin, el gobierno intento revertir los daos causados por la guerra e impulsar el desarrollo industrial y energético. Se crearon centros e investigación espacial y bélica y el crecimiento de la energía eléctrica fue colosal.

 

En el aspecto político, la modalidad autoritaria del sistema se acentuó: se condenó a muerte o a trabajo forzoso a los opositores y a quienes no concordaban estrictamente con las directivas del gobierno, o bien se los expulso. Todas las manifestaciones culturales debían ajustarse a los principios comunistas.

 

Luego de la segunda Guerra Mundial, en Europa oriental se conformó una serie de regímenes al estilo soviético denominados repúblicas populares: Albania, Bulgaria, Rumania, Hungría, Checoslovaquia y Polonia. Para el desarrollo y el éxito de este tipo de gobiernos fue importante la presencia militar soviética (que había avanzado por Europa oriental en su lucha contra Hitler) y las fuerzas antifascistas que se habían conformado en casa región durante la guerra. Esta combinación determino la desaparición de los antiguos Estados. Una excepción fue Yugoslavia, donde el comunismo ascendió al poder por sus propios medios al derrotar al nazismo bajo la dirección del mariscal Tito, sin la intervención soviética.

 

La unión soviética estableció fuertes vínculos con Europa oriental a través del Kominform, una oficina de información de los partidos comunistas, y del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME o Comecon).

 

Hacia finales de la década de 1940 se hizo notable la recuperación económica de Europa del Este, especialmente de Alemania Oriental, que se convirtió en la segunda potencia industrial del sector comunista, después de la Unión Soviética.

 

En el terreno político militar, ante la formación de la OTAN, los soviéticos favorecieron en 1955 la organización del Pacto de Varsovia, integrado por la Unión Soviética, la República de Democrática Alemana, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Albania. El acuerdo disponía la mutua colaboración entre sus integrantes en caso de agresión armada en Europa. El pacto de Varsovia fue creado como una respuesta a la formación del OTAN y sirvió para mantener la unidad de Europa oriental  dentro de la esfera soviética.

 

Paulatinamente, la Unión Soviética fue acentuando su control sobre los partido y los gobiernos comunistas de Europa oriental. La zona de Influencia soviética en el continente europeo estaba situada detrás de lo que se llamó cortina de hierro, por su carácter impenetrable para occidente.

 

La división del Alemania

 

La división del mundo en dos bloques, características de la guerra Fría. Se expresó en forma reveladora en el territorio alemán. De acuerdo con lo dispuesto en las conferencias de paz de Potsdam, el territorio alemán fue dividido en cuatro áreas de ocupación militar a cargo de Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética. Berlín, la capital, también quedó dividida en cuatro sectores, bajo la administración por separado de estas potencias. En 1948 se formaron dos Estados independiente y antagónicos:

 

Ø  En el oeste de Alemania se constituyó la República Federal Alemana, bajo la influencia de las potencias occidentales. En 1955  ingresó en la OTAN.

 

Ø  En la región Oriental se formó la República Democrática Alemana, proclamada en octubre de 1949, bajo la influencia soviética.

 

El comunismo llega al poder en China.

 

En China, el avance conquistador de Japón desde la década de 1930 había generado la organización de la defensa frente al invasor, en esta etapa, el comunismo fue sinónimo de resistencia a la denominación extranjera, por lo que obtuvo un masivo apoyo popular. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la derrota japonesa, los comunistas continuaron la lucha en el territorio y en octubre de 1949 proclamaron el nacimiento de la República Popular de China. El líder de la revolución fue Mao Tse-tung. En la conformación del nuevo Estado comunista se tomaron elementos del modelo soviético de partido único y la planificación central de la economía, pero con características propias. En el plano internacional, en un principio los revolucionarios chinos mantuvieron bueno relaciones con la Unión Soviética y contaron con la ayuda de esta. A mediados de la década de 1950, el gobierno chino se distancio de la Unión Soviética por diferencias Ideológicas y sostuvo  una política internacional de aislamiento. Recién en la de década de 1970 comenzó a realizar acuerdos con Estados Unidos.

 

La descolonización

 

Una delas consecuencias más importantes de la Segunda Guerra Mundial fue la disolución de las estructuras coloniales europeas en Asia y África. La guerra había colaborado en la aspiración de independencia de colonias. Algunas metrópolis, como Alemania. Italia, Japón, habían resultado derrotadas y las vencedoras, como Francia e Inglaterra, se habían empobrecido. Las colonias europeas lograron su libertad a través de procesos que generalmente se llevaron  a cabo en forma violenta, entre las guerras más cruentas se encuentran las que se disputaron por las colonias  francesas de Argelia y de Indochina (que luego de la independencia tomó el nombre de Vietnam) y las holandesas de Indonesia.

 

A diferencia de Francia, Gran Bretaña siguió una política de negociación para evitar los conflictos bélicos a los que no podía hacer frente en ese periodo y mantener los vínculos económicos. En India actuó Mahatma Gandhi, líder de un movimiento basado en la idea de la no violencia y la desobediencia civil  implementada a través de huelgas de hambre y negativas a pagar impuestos o consumir productos ingleses. En 1947, luego de varias décadas de resistencias pacífica, Gran Bretaña reconoció la independencia de India.

 

Los problemas de los nuevos Estados.

 

Los estados que surgieron luego de la descolonización estaban integrados por sociedades muy polarizadas, con una elite que había estudiado en Occidente y controlaba los resortes económicos y políticos, y el resto de la población en serias condiciones de pobreza y escasa o ninguna  alfabetización. Sus economías se basaban en la producción primaria (generalmente monocultivos: maní, algodón y cacao, entre otros) y una industrialización incipiente. En amplias regiones de África se mantenían  las condiciones de subsistencia.

 

Las antiguas metrópolis pretendieron mantener características coloniales o dependencia bajo maneras  más disimuladas, basadas fundamentalmente en las relaciones económicas. Los nuevos países independientes tenían graves problemas para seguir políticas económicas autónomas porque les faltaba capitales, tecnología, y mano de obra calificada. Con el correr del tiempo se acuñó el término neocolonialismo para designar las relaciones económicas que se establecieron entre las antiguas colonias y sus metrópolis o las potencias industriales, especialmente Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos.

 

En  1955 tuvo lugar en Indonesia la Conferencia de Bandung, en la que se reunieron varios países de Asia Y África encabezados por Nerhu, el primer ministro de la india. Se trataron temas relacionados con las políticas de desarrollo y se aprobaron resoluciones contrarias al colonialismo y la discriminación racial. En esta reunión comenzó  a plantearse la idea de no integrar ninguno de los dos bloques liderados por las superpotencias. En 1961, en una conferencia reunida en Belgrado, los países de Asia y África, con la incorporación de Yugoslavia (que se había distanciado de URSS) y algunos Estados de América latina, conformaron el “Movimiento de países no alineados” y proclamaron la neutralidad ante el enfrentamiento mantenido por la Unión Soviética y Estados Unidos.

 

Las tensiones durante la Guerra Fría

 

El antagonismo entre Estados Unidos y la Unión Soviética característico de la Guerra Fría se manifestó claramente en los enfrentamientos bélicos que tuvieron lugar en Corea y Vietnam.

 

La guerra de Corea
En Corea tuvo lugar una guerra civil que implicó por primera vez el peligro de un enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Corea había sido víctima de la expansión japonesa desde la década de 1910. Al concluir la Segunda Guerra Mundial estadounidenses y soviéticos expulsaron al invasor y establecieron dos zonas de ocupación, limitadas por el paralelo 38°:

 

·         En el Norte, bajo la ocupación soviética se formó un gobierno de tendencia comunista, la República Popular de Corea del Norte;

 

·         En el Sur, bajo la ocupación estadounidense, se proclamó la República de Corea del Sur.

 

El paralelo 38° se convirtió en una nueva zona límite de la Guerra Fría. En 1950 el ejército de Corea del Norte cruzó el paralelo divisorio e invadió Corea del Sur. Estalló así una guerra en la que intervinieron los estadounidenses apoyando a la República de Corea del Sur y los soviéticos en favor de la República Popular de Corea del Norte.
Finalmente, en 1953 se firmó el armisticio. La delimitación de la política de los Estados quedó como antes del choque militar. En el plano internacional, la guerra de Corea significó el comienzo de una intensa intervención de los Estados Unidos en Asia Oriental y fue el antecedente de un enfrentamiento muy grave: la guerra de Vietnam.

 

La guerra de Vietnam

 

Al independizarse de Francia, el territorio de Indochina había quedado dividido en dos:

 

·         en el Norte se estableció un régimen comunista, la República Democrática de Vietnam, con capital en Hanol, gobernada por Ho Chi Minh, líder de la lucha por la Independencia. La república contaba con el apoyo soviético;

 

·         en el Sur se estableció una república de carácter anticomunista, con capital en Saigón. Tenía el apoyo de los Estados Unidos y la mayoría  de los países integrantes del bloque occidental.

 

Las fricciones entre los dos Estados eran habituales, y en 1960 se iniciaron las primeras acciones de la guerra propiamente dichas. El gobierno de Kennedy se había involucrado en el conflicto al enviar fuerzas estadounidenses para apoyar el régimen de Vietnam del Sur. Su sucesor, Lyndon Johnson, incrementó esos envíos con el objetivo de “detener el comunismo en Asia”, y en 1965 inició el bombardeo del territorio vietnamita. El gobierno soviético apoyó al régimen comunista con aprovisionamientos de materiales. Vietnam se convirtió en un “laboratorio de armamentos”, donde las potencias probaron temibles elementos bélicos, como las nuevas armas químicas. La guerra terminó finalmente en 1975, después de la retirada de las fuerzas estadounidenses, con la reunificación del Sur y el Norte y la proclamación de la República Socialista de Vietnam.

 

 

 

Cambios económicos y sociales en el mundo capitalista

 

Como has leído, luego de la Segunda Guerra Mundial hubo una recuperación económica en los países industrializados. La transformación económica influyó en las características de la sociedad. A partir del adelanto tecnológico disminuyó el número de obreros; u ejemplo significativo fue el descenso de la cantidad de trabajadores de la minería del carbón, ya que este combustible fue remplazado paulatinamente por el petróleo. Asimismo, creció el número de personas empleadas en el sector terciario de la economía (tareas de administración, bancarias, inmobiliarias, educativas, etc.). Las diferencias entre los sectores más pobres y los más ricos continuaron o se acentuaron; en cambio, hubo una extensión del nivel de vida medio. El aumento general de la productividad determinó una suba masiva de los salarios, aunque con diferencias según las regiones. También se produjo una democratización de la educación y una extensión social de los estudios superiores. En los países desarrollados, desde mediados de siglo surgieron numerosas universidades. Las expresiones artísticas como la literatura, la música y el cine alcanzaron gran difusión.

 

El Estado de Bienestar

 

En esta época de recuperación económica, en los países de Europa occidental se fue consolidando un cambio en el proceder estatal en relación con la sociedad, que recibió el nombre de Estado de Bienestar o Estado Benefactor. En el Estado de Bienestar el gobierno se hacía responsable de asegurar un nivel mínimo de vida, concebido como derecho social de todos los integrantes de la comunidad. Entre las características del Estado de Bienestar se pueden señalar:

 

·         la intervención gubernamental en la economía para mantener el pleno empleo o un alto nivel de ocupación, a través de diversas medidas, como el otorgamiento de créditos a las industrias;

 

·         la puesta en marcha de una serie de servicios sociales: seguros para la enfermedad, la vejez, los accidentes de trabajo y el desempleo, así como jubilaciones y vacaciones pagas y educación gratuita en todos los niveles, incluido el Universitario.

 

Las reformas sociales implementadas por la acción estatal mitigaron los rigores de la sociedad industrial y hubo un progreso social notable en relación al pasado. La legislación permitió mejorar las condiciones de vida de amplias capas la sociedad.

 

Una época de transformaciones

 

A partir de la década de 1950, América Latina experimentó una serie de profundas transformaciones. Por un lado, algunos países latinoamericanos implementaron ambiciosas políticas de desarrollo económico a través de un fuerte impulso a la industria. Por otro lado, la Revolución Cubana puso en jaque la hegemonía e Estados Unidos, que ejercía el predominio político, militar y económico de la región.

 

 

 

El desarrollismo

 

En la década de 1950, en algunos países de América Latina surgieron efímeros gobiernos constitucionales que proponían promover el desarrollo económico a través del crecimiento de la industria. Estas propuestas se basaban en una doctrina conocida como desarrollismo, que había sido elaborada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), tomando como ejemplo de modernos a Estados Unidos y las naciones de Europa occidental en la posguerra. Los gobiernos desarrollistas por excelencia fueron el de Juscelino Kubitschelk (1954-1961), en Brasil, y el de Arturo Frondizi (1958-1962), en Argentina.

 

Según los desarrollistas, América Latina formaba parte del mundo subdesarrollado debido a que no lograba alcanzar n crecimiento económico sostenido. La fórmula para superar las condiciones de atraso consistía en impulsar el desarrollo de la industria pesada (siderúrgica, automotriz, química).

 

En esos años, uno de los problemas que tenía la economía latinoamericana era la escasez de capitales, es decir, de inversiones de dinero. Para resolverlo, los desarrollistas proponían diseñar políticas que estimularan las inversiones extranjeras y pedir préstamos a organismos extranjeros o internacionales para destinarlos a la realización de grandes obras de infraestructura: puertos, aeropuertos, rutas y represas hidroeléctricas. La mayor parte de las inversiones de este periodo se hicieron en forma directa, a través de la instalación de filiales de empresas multinacionales. Los desarrollistas argumentaban que, una vez puesto en marcha, el desarrollo beneficiaría a todos los sectores sociales, y que, por lo tanto, era un objetivo tanto de los patrones como de los obreros.

 

 El impacto de la Revolución Cubana

 

En Diciembre de 1958, el dictador cubano Fulgencio Batista fue desalojado del poder por un movimiento revolucionario liderado por Fidel Castro, que instauró un régimen socialista. Muchos pensaron entonces que la Revolución Cubana podía transformarse en un modelo que seguirían otros países latinoamericanos, afectados por graves problemas de pobreza y agitación política. De este modo, el continente americano se transformó en uno de los escenarios de la Guerra Fría.

 

Ante el desafío cubano, Estados Unidos, el país más poderoso de América después de la Segunda Guerra Mundial, modificó algunas de sus políticas en el continente. Por un la do el presidente John Kennedy impulsó una asociación de países americanos denominada Alianza para el Progreso. Esta asociación tenía como objetivo introducir reformas que impidieran la expansión del socialismo y redujeran el sentimiento antinorteamericano. Por otro lado, alentó a los ejércitos del continente en la guerra contrarrevolucionaria, es decir, contra el comunismo, un enemigo que se suponía instalado dentro de las fronteras de cada país. Así surgió la Doctrina de la Seguridad Nacional, que asignaba a los ejércitos una función diferente de la que tenían hasta entonces: ya no se trataba de defender las fronteras contra la posible agresión de un país extranjero, sino de transformarse en guardianes del orden interno.

 

Con el objetivo de impedir cualquier posible contagio revolucionario, los militares de muchas naciones latinoamericanas optaron por acceder directamente al poder a través de golpes de Estado, que recibieron el nombre de golpes preventivos. En la mayoría de los casos, los golpistas contaron con el apoyo de Estados Unidos, que promovió acciones destinadas a desestabilizar los regímenes que no le eran adictos. Así, entre 1962 y 1966, en América Latina se produjeron nueve golpes de Estado.

 

América Latina en la segunda mitad del siglo XX

 

En el periodo que se abre a partir de 1945 es notorio el interés de los gobiernos estadounidenses por acrecentar su influencia en América y evitar el avance del comunismo: el gobierno de Truman (1945-1953) consiguió que la mayoría de los gobiernos de Latinoamérica (salvo la Argentina, Uruguay y México) cortaran sus relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y prescribieran los partidos comunistas en sus respectivos países.

 

Las condiciones de la Guerra Fría en el continente

 

En 1959 tuvo lugar en la isla de Cuba una revolución social y política que derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista. El líder de la revolución, Fidel Castro, estableció un régimen socialista y obtuvo la colaboración de la Unión Soviética. Al apoyo soviético a la Revolución Cubana se contrapuso la decisión estadounidense de intervenir en el proceso. Estado Unidos intentó impedir la nacionalización de empresas que impulsaba el gobierno de Castro, impuso un bloqueo económico a Cuba y suspendió además la compra de azúcar, principal producto de la isla. En 1961, el país del Norte apoyó el desembarco de fuerzas contrarrevolucionarias en territorio cubano y durante toda la década presionó a los gobiernos de la región para que rompiesen relaciones con Cuba.

 

La propagación del autoritarismo

 

Durante las décadas de 1960 y 1970 fueron frecuentes los golpes militares y la instalación de gobiernos de corte autoritario. En 1964, en Brasil, un golpe terminó con el gobierno de Joao Goulart; en Chile, en 1973, con el de Salvador Allende; en la Argentina, en 1976, con el mandato de Isabel Perón. Los regímenes militares se caracterizaron por una flagrante violación a los derechos humanos y una proliferación de “escuadrones de la muerte” paramilitares, que cobraron miles de víctimas.

 

Para tratar de explicar las causas de las interrupciones constitucionales en la vida política latinoamericana se han desarrollado diferentes hipótesis:

 

·         En las sociedades latinoamericanas, los grupos dominantes favorecían los golpes militares ante cualquier política que afectara sus intereses. De esta suerte, gobiernos democráticos moderados eran vistos como subversivos porque permitían, por ejemplo, la sindicalización de los campesinos (como el cas del presidente brasileño Goulart). Los militares compartían la hostilidad de las minorías dominantes a la participación popular.

 

·         Otras interpretaciones consideran que en Latinoamérica, las fuerzas armadas estuvieron históricamente subordinadas a las políticas de Estados Unidos, cuyos gobiernos propiciaban golpes de Estado si veían afectados sus intereses en la región.

 

En algunos países, la trayectoria política fue diferente. Venezuela y Colombia no sufrieron en esta época golpes militares. En México continuó en el poder el Partido Revolucionario Institucional (PRI). En Paraguay, desde 1957 y con el apoyo de las Fuerzas Armadas, ocupó el poder Alfredo Stroessner durante 35 años. En Centroamérica, con la excepción de Costa Rica, existían gobiernos dictatoriales en manos de dinastías familiares. La dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua terminó en 1979. Cuando estalló una revolución de carácter socialista.