El fin de la “Gran Guerra”, terminó con las monarquías de carácter absoluto y permitió la expansión de los principios democráticos. Muchos países, entre ellos, Francia y Gran Bretaña, pretendieron establecer gobiernos en los que se respetara la división de poderes y la representación popular. No obstante no dejaron de tener dificultades para mantener un justo equilibrio entre el parlamento y el poder ejecutivo. En países como Alemania, Italia y Rusia el camino hacia la democracia encontró serios obstáculos que los llevarían al fracaso. Esto originó la aparición de los regímenes totalitarios en Europa.

 

Múltiples factores contribuyeron al surgimiento de los estados totalitarios; en Italia (Fascismo) y en Alemania (Nazismo).

 

Todos estos factores fueron generando la necesidad de encontrar nuevos caminos y la creencia, cada vez más fuerte, de que la democracia no sería la respuesta a ninguna de estas problemáticas.